Las buenas noticias se agolpan en las redes del Real Madrid tras un comienzo de temporada muy positivo del equipo de Carlo Ancelotti. Con viento a favor se navega muy cómodo, pero este Madrid ha tenido que remontar situaciones adversas en este lapso de tiempo y en ellas han destacado las figuras de David Alaba y Eduardo Camavinga, que ante el Mallorca, esta vez sí con todo de cara, volvieron a dejar una imagen extraordinaria que llena de optimismo a los aficionados madridistas.
En un verano en el que el Madrid no pudo cerrar a su principal objetivo, Kylian Mbappé, la dirección deportiva se ha hecho con los servicios de dos futbolistas de aspiraciones diferentes, pero complementarias, y que a su manera han colmado las expectativas puestas sobre ellos. Las contrataciones en lo meramente deportivo rozan el sobresaliente, pero alcanzan la matrícula si reparamos en la inversión realizada por el Real, que se ha gastado 30 millones en concepto de traspaso entre ambos.
David Alaba era un fichaje necesario para el Real Madrid, un oasis en mitad de la apuesta por jóvenes valores que den sus mejores réditos a medio y largo plazo. Instalado de forma más que merecida en el primer nivel de la élite desde hace una década, el defensor austriaco llegó a la capital de España a coste cero, pero con la responsabilidad de convertirse en el sucesor de Sergio Ramos. Su inicio como lateral fue bueno y ante el Mallorca confirmó sus cualidades como central, tanto en la toma de decisiones como sobre todo a través de una salida de balón absolutamente diferencial.
Alaba llegó gratis pero es un jugador que vale muchos, muchos millones, y que además es divertido para la afición. Sus pases largos enganchan y su técnica va sobrada para la posición de central. Este saco, en el que también debemos incluir un golpeo prodigioso a balón parado que veremos a buen seguro en el futuro, contrasta con una responsabilidad marcada en labores defensivas, tanto para cortar y despejar como para manejar el talento de sus compañeros de zaga. Un auténtico kaiser a coste cero para el Madrid.
Camavinga es una joya
Si Alaba es el presente en su máxima expresión, Eduardo Camavinga representa el futuro, aunque parece empeñado en marcar tendencia desde el primer momento. Sus minutos inaugurales ante Celta e Inter de Milán se saldaron con el nada desdeñable bagaje de un gol, una asistencia y la demostración de que su personalidad está muy por encima de la media. Su primera titularidad confirmó todo ello y añadió una capacidad organizativa a través del pase que augura grandes cosas al benjamín de la primera plantilla.
Aún con 18 años –cumple 19 en noviembre–, Camavinga no sólo se ha ganado un puesto en la rotación sino que oposita a un lugar en el once de Carlo Ancelotti. El técnico italiano está encantado con él y le incluirá en el mayor número de partidos posible, ya sea en el once como partiendo desde el banquillo, convencido de que sus errores se pulirán con juego y sus aciertos se verán potenciados por la constelación de cracks con las que cuenta el Madrid en su once, calificación en la que se incluye a Alaba.
Alaba y Camavinga, además de los únicos fichajes del segundo proyecto de Carlo Ancelotti en el Madrid, comparten una bonita amistad que se está fraguando en sus primeras semanas juntos. En su responsabilidad como líder, David ha apadrinado al joven Eduardo y ya se les han visto varios gestos cómplices que no pasan desapercibidos en las redes. Igual que sucede con Camavinga, Alaba ya sabe lo que es despuntar muy joven en un gran equipo y quién mejor que él para guiar los primeros pasos de un potencial crack en todo un Real Madrid.
